Se acaba el año, y joder que año.
2015 me ha enseñado a cocinar solita, a que el primer año de carrera se supera y ha que el segundo bueno, en ello estamos.
Me ha dado amigos que tengo la suerte de contar con ellos como hermanos y me ha mantenido a los de siempre, con los que ya contaba.
También me enseñó que a los puntos finales pueden seguirlos dos puntos suspensivos, que no hay mal que por bien no venga y que hay personas que por su cara bonita, aun sin merecérselo lo más mínimo, son las primeras para ti.
Antonio José, Vanesa Martín... artistas que han acompañado mis días. Y por supuesto la mejor canción del año "Hero" de Family of the year.
Me ha presentado a Esperanza Gracia, mi gran aliada o mi peor pesadilla cuando paro a comerme la cabeza.
Me ha devuelto las ganas de leer con bloog como el de Risto o el de Gatsby.
Me demostró que las causas perdidas seguirán perdidas si no ponen de su parte.
Que los 19 son para disfrutarlos, hacer lo que quieras cuando quieras y dejarte llevar aunque suene demasiado bien.
Sacó a la luz que el amor de una madre supera de nuevo lo insuperable, que ni miles de kilómetros por medio no podrán separar el amor de un padre por su hija, y viceversa. Que la familia es lo único sagrado que nos queda (incluyendo a nuestro pequeño gato) y que no, no todos los hombre son iguales, mi hermano no.
Vivir, reír, llorar, sentir, aprender, tropezar, caer, levantarse, y sobre todo comprender que verdaderamente cuando somos mayores comemos huevos.
Te recordaré muy bonito 2015.
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